OPINIÓN DE JOSEPH B MACGREGOR
Con El Reclamo, el periodista, escritor y polemista Raúl del Pozo consiguió el Premio Primavera de Novela 2011, una historia que pretende ser una reflexión o un toque de atención a los políticos y jueces interesados en lo que se ha dado en llamar “La Memoria Histórica”; o lo que es lo mismo recuperar los cuerpos de todos aquellos que lucharon y murieron durante la Guerra Civil Española, luchando por defender sus ideas en batalla, ejecutados o fusilados por los vencedores, muchos de ellos dados por desaparecidos por sus familia. Del Pozo nos recuerda que este tipo de hechos repugnantes, brutales y sangrientos se dieron en los dos bandos y que no está bien ni es aconsejable (al menos así le parece al autor) remover demasiado entre las cenizas porque nos podemos llevar muchas sorpresas. En ese sentido, el autor busca narrar unos hechos no de forma partidista sino siendo intentando ser lo más objetivo posible y contando las cosas tal y como piensa que sucedieron; empeño del que pienso sale bastante bien parado.
Sin embargo, si El Reclamo fuera tan sólo una novela de tesis, más o menos inoportuna, no me hubiera provocado el menor interés. Odio los libros panfletarios que buscan sobre todo convencerte de una idea, sean del signo que sean. Sin embargo, por encima de la necesidad por parte del autor que expresar su opinión sobre el asunto de “La Memoria Histórica” (con el que podemos estar de acuerdo o disentir por completo), lo que queda finalmente en mí como lector es que he leído una historia entrañable y muy emotiva, bien contada y que se lee estupendamente.
El punto de partida me pareció sumamente interesante y motivador:
“A orillas del río Paraná, donde vive exiliado Julián, un antiguo guerrillero español, en compañía de su mujer, Irene, polaca de nacimiento, acude el historiador estadounidense Esteban Estrabón para investigar las partidas de maquis que operaron en España después de la Guerra Civil. Tras una breve vacilación, el guerrillero acepta, y los tres se ponen en marcha, camino primero de Varsovia, después de Saint Denis, en las afueras de París, y por último de la serranía de Teruel, que recorrerán minuciosamente para reconstruir el pasado que forma parte de la historia reciente de España.
La partida a la que perteneció el guerrillero, integrada por miembros del Partido Comunista y del Partido Socialista, estaba liderada por Grande, comunista y combatiente de la Guerra Civil, teórico de la revolución, devoto seguidor de Stalin, y Gafitas, un hombre de acción, escéptico ideológicamente, un intelectual metido a guerrillero y también un personaje enigmático.
El objetivo del antiguo guerrillero al emprender el viaje es precisamente desentrañar la zona en sombra que oculta a ese hombre que desapareció justo antes de que la partida fuera evacuada para partir al exilio. Y la clave se la pueden proporcionar dos antiguos compañeros: un sepulturero anarquista y el Cojo.
Para Julián, volver es reencontrarse con un mundo periclitado que se mantiene intacto en su memoria y que rememora habitándolo con los recuerdos y las presencias de otra época. Y en el reencuentro con los compañeros se despejarán muchas claves que el olvido mantenía herméticamente selladas. Claves que dan cuenta de infiltrados, de ejecuciones ordenadas y no ejecutadas, de gerifaltes del franquismo que salieron de esta misma serranía llena de revolucionarios y luchadores.” (Sinopsis de Planeta Libros)
Del Pozo consigue una novela muy ágil, escrita sin grandes barroquismos ni “dar la paliza”, narrada con frases muy cortas y párrafos no demasiado extensos tampoco. Quizá se podría definir El Reclamo como una novela escrita con estilo periodístico, aunque esto no sería del todo exacto porque hay una voluntad por parte del autor de escribir un texto literario, es decir, que emocione y consiga conectar con el lector. Y en ese sentido, la novela se merece un diez.
A veces, tenía la impresión de estar leyendo una historia de Miguel Delibes, por el conocimiento tan profundo que demuestra sobre la vida rural, sobre los cazadores furtivos por ejemplo, la supervivencia en la sierra o la existencia cotidiana en los pueblos de la época evocada.
Pero más que una novela sobre la Guerra Civil, pienso que El Reclamo es sobre todo la crónica de unos supervivientes. De hecho, creo que éste es el gran tema del libro. Prueba de ello es que en algunos pasajes de la narración será el propio Julián, protagonista de la historia, quién afirme que, tras el asesinato de su padre, no tuvo más opción que lanzarse al monte y unirse a la partida, pero que no lo hizo por ideología exactamente sino porque era el mejor modo que encontró para poder seguir vivo; una idea muy original y que considero muy interesante y a tener en cuenta. No todo el que luchó en un bando u otro tuvo que hacerlo movido necesariamente por unas fuertes creencias políticas o ideológicas, sino que a veces, en situaciones de conflicto extremo, el hombre de a píe opta por elegir aquella posibilidad que le permita sobrevivir con mayor facilidad. La experiencia de Julian no creo que fuera una excepción a la regla, sino que pienso que tuvo que darse con más frecuencia de la que nos imaginamos.
Por otro lado, el asunto de la traición, presente también en la novela, me pareció menos interesante porque pienso que se ha convertido ya en un tópico, presente en cualquier novela ambientada en la Guerra Civil o en la Posguerra Española (por ejemplo Beltenebros de Antonio Muñoz Molina o Tu nombre envenena mis sueños de Joaquín Leguina), por lo que por un lado no me resultó tan sorprendente y por otro me trasmitió una cierta sensación de Déjà vu, de algo demasiado visto ya.
Quizá, en estos momentos, en que nuestra país se encuentra especialmente revuelto por cuestiones políticas si sería aconsejable recordar (como decía la célebre canción de Jarcha) que “hace algún tiempo en este país hubo una guerra” y que cuanto más divididos estemos los españoles, menor posibilidad tendremos de que cambien las cosas para mejor.
A veces, cuando observo la realidad de mi país y compruebo todo lo que está pasando me da miedo que de nuevo lleguemos a enfrentarnos hermano contra hermano; que volvamos de nuevo a las andadas simplemente por ese defecto que tenemos la mayor parte de los españoles y que no es otro que creer que sólo uno tiene el patrimonio exclusivo de la razón y de la verdad; que de lo que piense o crea el otro no podemos aprender nada. Con frecuencia, si no estamos de acuerdo con nuestro «rival», preferimos optar por la intolerancia más brutal o simplemente intentamos derribarlo, silenciarlo o debilitarlo para así poder quedarnos con la sensación de que llevábamos razón, de que somos los más listos y los más guapos del corral. Y es que a cabezones no nos gana nadie.
JOSEPH B MACGREGOR
Interesante artículo y video entrevista en Periodista Digital
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